Last week in the retreat with the Young Detroit Builders we had a workshop about artistic expression and I was part of the writing group... this is what I came with...
The first exercise was to write without stopping 2 minutes starting each line with the words "I wish..."
I wish I could fly
I wish my friend listen the song of the sun
I wish you, here, together
smile
I wish my son to come on a day like this
I wish to understand all languages, wishes, dreams, the kids had in their mind
I wish you good luck
I wish you the best
I wish this had a better end
I wish, you, I wish you. Today.
The second exercise was to write without stopping 2 minutes starting each line with the word "Once..."
Once I saw a bird singing in my mouth
I saw once a bright day in children's town
Once, my passion came non stop
Once I saw you walking on my side
Once I misunderstood you
Once I came home without a sigh
Once I forgot to say good bye
Once we will be again
Once upon a time the story ends
Once again
On
The third exercise was to write without stopping 1 minutes starting each line with the word "Now..." When done, write another string for an additional minute, beginning with "I remember..."
Now that I see you coming
Now I understand
Now my dreams remember you
Now life starts
Now I can say I love you
Now I can forgive the evil
Now nothing matters
Now just
I remember now your eyes
I remember when I say this
I remember stars falling in my hands
I remember the day the world started
I remember blue skies
I remember how to say good bye
The fourth exercise was to write without stopping 2 minutes a collection of statements each of which is a lie.
I don't like coffee
The world is coming to an end
I like mustard
I don't see any sense
The sky is to far away
The clouds are made of chocolate and the moon is a big piece of cheese
This is boring
This make sense
Time is never enough
I don't love
I don't believe
13.8.11
30.3.10
3.2.10
Fundraising...
Transgredo mi cuerpo durante horas cada día, y no basta.
Te miro de cerca, hermano,
te pido una mano, escéptico, me miras,
me inspeccionas de pies a cabeza,
reconoces algún rincón y decides, entonces, estirar despacio tu mano,
depositar en mí un poco de confianza.
Te das la vuelta,
te vas sin dar las gracias,
me bendices y me dejas sonriente, en la espera del siguiente transeúnte.
Te miro de cerca, hermano,
te pido una mano, escéptico, me miras,
me inspeccionas de pies a cabeza,
reconoces algún rincón y decides, entonces, estirar despacio tu mano,
depositar en mí un poco de confianza.
Te das la vuelta,
te vas sin dar las gracias,
me bendices y me dejas sonriente, en la espera del siguiente transeúnte.
23.11.09
Un detalle: los dedos de María
Me gusta ver cómo los dedos de María se enredan cuando trata de amarrarse las agujetas. Toma el primer lazo y lo analiza; lo ve de arriba a bajo y trata de ver en él algún tipo de forma. Desliza despacio su mano derecha por el segundo lazo suelto, lo acaricia suavemente mientras mira la punta envuelta en plástico descansar sobre su otra mano. Decidida toma con dos dedos las dos puntas; respira profundo y comienza a bailar de un lado a otro con las manos, pasando las puntas por arriba y por abajo. Cuando se le acaba el aire simplemente deja ir lo que debería ser un nudo y abre curiosa los ojos, mordiéndose la lengua. No hay nada más que un par de agujetas enredadas descansando sobre la lengueta de su tenis derecho. María se deja caer hacia atrás para terminar sentada, decidida a lograr lo que parece imposible.
Me gusta ver los dedos de María cuando trata de amarrarse las agujetas de sus tenis morados. Sentada, con los dos pies delante, analiza el derecho bien hatado por su madre y comienza a imaginar cómo deberá mover los dos lazos que caen tímidos al lado de su pie izquierdo. Toma las puntas, las jala hacia arriba para ver que terminen en juntas y las deja caer hacia el lado contrario, se les queda viendo como con resentimiento mientras decide el siguiente paso. Sus dedos dibujan un círculo con el lazo izquierdo y uno con el derecho. María se muerde la lengua y pasa un círculo por debajo del otro, luego por arriba, jala una punta, aprieta un círculo y mete en él la punta contraria, jala con fuerza y se encuentra de nuevo donde empezó todo.
Me gusta ver a María afrontando su tragedia con una sonrisa. Sabe que no puede levantarse y andar de nuevo por donde venía, pues corre el riesgo de caer, de pisar con su otro pie el lazo suelto que navega por la banqueta sin reparar en los charcos por los que se ahoga. María sabe que debe amarrarse las agujetas. Sabe también que en ese nudo ella puede amarrar las cosas que quiera guardar cerca del suelo, donde nadie nunca va a verlas. Su papá le dijo un día que los sueños no se debían amarrar al cabello, pues es ahí donde todo el mundo busca. Le dijo que era mejor amarrarlos a los zapatos, pues nadie presta atención del camino por el que corren los demás, por eso ahí los sueños están seguros de envidias, robos o extravíos. Por eso María debía aprender a atarse bien fuerte las agujetas, pues ahora, precisamente, tenía el sueño de caminar millas enteras hacia donde vivía su padre. Cerca del mar, le había dicho alguien.
Me gusta ver las agujetas de los tenis morados de María, bailando de un lado a otro, luchando contra su propia fuerza para quedarse juntas para siempre. Una punta busca a la otra, se cruzan y se alertan. Tú por abajo y yo por arriba, deja que te lleven por la derecha en lo que yo encuentro cómo entrar por atrás desde abajo y hacia arriba. Flota hacia la izquierda y gira al rededor de mi cuello apretando fuerte hasta que te pierdas. Entonces pasaré por debajo de ti para que al final, de un tirón, nos logremos quedar juntas toda la vida.
Me gusta María y sus dedos enredados en mi cabello, buscando robar mis sueños todavía.
Me gusta ver los dedos de María cuando trata de amarrarse las agujetas de sus tenis morados. Sentada, con los dos pies delante, analiza el derecho bien hatado por su madre y comienza a imaginar cómo deberá mover los dos lazos que caen tímidos al lado de su pie izquierdo. Toma las puntas, las jala hacia arriba para ver que terminen en juntas y las deja caer hacia el lado contrario, se les queda viendo como con resentimiento mientras decide el siguiente paso. Sus dedos dibujan un círculo con el lazo izquierdo y uno con el derecho. María se muerde la lengua y pasa un círculo por debajo del otro, luego por arriba, jala una punta, aprieta un círculo y mete en él la punta contraria, jala con fuerza y se encuentra de nuevo donde empezó todo.
Me gusta ver a María afrontando su tragedia con una sonrisa. Sabe que no puede levantarse y andar de nuevo por donde venía, pues corre el riesgo de caer, de pisar con su otro pie el lazo suelto que navega por la banqueta sin reparar en los charcos por los que se ahoga. María sabe que debe amarrarse las agujetas. Sabe también que en ese nudo ella puede amarrar las cosas que quiera guardar cerca del suelo, donde nadie nunca va a verlas. Su papá le dijo un día que los sueños no se debían amarrar al cabello, pues es ahí donde todo el mundo busca. Le dijo que era mejor amarrarlos a los zapatos, pues nadie presta atención del camino por el que corren los demás, por eso ahí los sueños están seguros de envidias, robos o extravíos. Por eso María debía aprender a atarse bien fuerte las agujetas, pues ahora, precisamente, tenía el sueño de caminar millas enteras hacia donde vivía su padre. Cerca del mar, le había dicho alguien.
Me gusta ver las agujetas de los tenis morados de María, bailando de un lado a otro, luchando contra su propia fuerza para quedarse juntas para siempre. Una punta busca a la otra, se cruzan y se alertan. Tú por abajo y yo por arriba, deja que te lleven por la derecha en lo que yo encuentro cómo entrar por atrás desde abajo y hacia arriba. Flota hacia la izquierda y gira al rededor de mi cuello apretando fuerte hasta que te pierdas. Entonces pasaré por debajo de ti para que al final, de un tirón, nos logremos quedar juntas toda la vida.
Me gusta María y sus dedos enredados en mi cabello, buscando robar mis sueños todavía.
17.11.09
La vida groupie
Me fui, me regresé y me revolví...
Estrenando blog de relatos y vivencias: http://lavidagroupie.blogspot.com
Ahí encontrarán historias de mi nueva vida, de mi nueva cotidianidad, digamos que es un blog más personal.
Mudez seguirá siendo mi espacio y seguiré actualizándolo, ahora sí creo que podré hacerlo cada quince días, como nunca prometido.
Los veo por aqui por allá por aqullá...
siempre invitados
Estrenando blog de relatos y vivencias: http://lavidagroupie.blogspot.com
Ahí encontrarán historias de mi nueva vida, de mi nueva cotidianidad, digamos que es un blog más personal.
Mudez seguirá siendo mi espacio y seguiré actualizándolo, ahora sí creo que podré hacerlo cada quince días, como nunca prometido.
Los veo por aqui por allá por aqullá...
siempre invitados
26.8.09
Quiero una MADSEN
16.7.09
La pura idea excita, una idea

La frase la pura idea excita invoca distintas ideas, pero en el momento en el que veo a dos tipos desnudos, un hombre y una mujer, sentados en un sillón, restregándome en la cara que soy una morbosa que sólo quiere verles los pezones y los huevos, sé perfectamente qué quiere decir que la pura idea excita, ¿por qué decirlo? ¿por qué obligar a una joven actriz a chutarse un monólogo que sólo dicta lo evidente, lo obvio? Quizá David, el autor, pensó que en el público podía haber un distraído o un niño que no tuviera idea de qué era lo que hacían dos personas paseando por el espacio desnudos recitando las grandes líneas de películas galardonadas.
Alguna vez, en alguna clase, allá en los tiempos de la facultad, algún maestro me dijo que el título, de cualquier tipo de texto, era importante, pero que, a pesar de su relevancia, no era parte del cuerpo del texto, pues se mantiene al margen, como las notas al pie, por ello no se vale comenzar un ensayo dando por hecho el título. Por ejemplo, si éste es “Los fenicios”, uno no debe comenzar su ensayo diciendo “Son una cultura que tal y tal”, pues ahí se estaría dando por hecho que el lector leyó el título, cosa que no todos hacen y que no se debe manejar como evidente, como obvia. Sin embargo, estoy hablando de la lectura individual de un texto, donde la única representación que existe es la que uno imagina, no la que un grupo de teatro o de cineastas están queriendo transmitir, y es diferente, pues en la segunda el trabajo de los otros es hacernos ver, con su representación, lo que ellos quieren que veamos, de ahí que sea importante recalcar que lo obvio no lo es y que lo evidente puede serlo sólo para unos pocos.
Pero bueno, para no abusar de la redundancia, pasaré al punto en el que la obra es una obra (pues no todas lo son). La búsqueda de La pura idea excita está relacionada con la del ser sexual que todo ser humano trae dentro; el par de actores trata de confrontar al público con ese yo interno que, según dicen, la mayoría reprime. La clave es la palabra confrontar, pues con la desnudez y con los diálogos violentos quieren poner en jaque al espectador, pero, insisto, al espectador niño y distraído, no a aquel que se ha entrenado viendo todas las películas de Woody Allen y que ya no se sorprende; no a aquel que ha visto Closer con detenimiento y sabe que, quizá a sabiendas, las escenas fueron tomadas prestadas (quizá hasta con pago de derechos por la traducción).
No le quito crédito a este grupo de jóvenes actores, de verdad que no, pues su búsqueda es muy válida, pero todavía muy pueril, ya que si se desea transgredir el límite que impone el teatro se debe analizar con más minuciosamente a quienes lo han logrado ya; la escuela de Pirandello, por ejemplo, que rompe de tajo con la conceptualización del teatro y que sin buscar conmover al espectador, sin dejar tan clara cuál es su pretensión, rompe toda las paredes preestablecidas y desviste al público ante las dudas y ante el verdadero reflejo de ese yo interno que, según dicen, la mayoría reprime.
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