24.12.05

Cambio tu paisaje y
me transporto.
Muevo lo más mínimo y sin decaer ni detenerme, me declaro.
Simple, tranquilo con un olor a blanco que llega a ser incómodo.

Es que a veces somos demasiado capaces,
confundimos la voluntad y así lo que vamos viendo, lo que sí detenemos,
lo que nos pide retengamos.

No hay caidas pues. No alguna que valga, alguna que se permita ser a ella misma.

Es necesario decir que lo dicho aunque se diga mil veces es verdad,
porque el paisaje que he dejado plasmado es el que quiero,
porque ese tú que llamo como tal es, tal vez, y sólo como posible, la parte del todo,
el color del paisaje o el paisaje mismo.
Un ojo. No, mejor que sean dos.
Que sea sencillo y que se parezca más a mí que a todo el mundo.

Ahí valdrá la pena detenerse y callarse para toda la vida.

23.12.05

Un día antes de navidad y uno viene al inefable refugio internáutico. Nada, estoy atorada en el aeropuerto de cancún con un fijo destino ya perdido.

13.12.05

En la distancia es necesario encontrar un paisaje.
Hacer de él un encuentro magnífico y casarse.
Terminar en los ojos, y sin formar parte, desmayarse de la cercanía misma de él,
del paisaje que nos rescata de lo lejano,
de lo que no está en el momento en el que sí estamos.

Me fui de tu ombligo en busca de una bebida.
Cambió el panorama hasta tu cara y me perdí desdnuda en la inmensa nada.
En donde la nieve deja de ser nieve y el hielo es un nido de huellas peligrosas.

Ahí, tan simple, se cae el árbol que se construyó durante años para dejar nacer,
sin excusas, alguna laguna interna que lo acalle.

13.12.05.N.Y.