27.1.05

¿Por qué es tan difícil darnos cuenta de que somos dueños de nuestro pasadoy de que podemos, por consiguiente, cambiarlo?

16.1.05

Tal vez es sólo que acabo de escuchar mi nombre desde dentro mientras tragaba café frío, café esencialmente caliente. No sé en verdad qué sea. Que he estado leyendo y así me dan más ganas de escribir, de ser lo que no soy, de querer ser eso que no me atrevo siempre a ser.
Sólo vine a convertirme en tinta virtual sobre el teclado susurrante hacedor de mentiras.

Digo que sí cuando me encuadro entre el sonido que sin querer no puedo acallar.
Sí.
¿Me oyes?
Sí.
Soy ese movimiento que no existe. Dentro. Te escucho leer dentro.
¿Lo intentas? ¿En verdad lo intentas?
Amor.
¿Venir y dejar de cantar vida para ser?
hey canek, dime que no eres sordo, que tal vez no ves y no sabes contar del mil al diez, pero que no eres sordo.
Dime también que cuando uno ve sin mirar de fondo las cosas puede, también, sonreir y sin saber ser más feliz de lo que era cuando se hundía en lo que, a veces, ni profundo era.
¿Sabes? ¿Sabes si cuando uno pone signos de interrogación o admiración en medio de un párrafo se deben poner comas?
¿Sabes de mal entender y sólo no entender y sonreír también un poco más al respecto?
Sabes que en verdad poner la palabra palabra entre signos de interrogación hace que sea hermosa y perfecta como dijo uno que cree en las posibilidades perfectas (www.posibilidad.blogspot.com) ¿Palabras?
Puede sonar a verbo.
Hoy quiero que sea verbo.
Como ayer quise tu nombre y como hoy lo olvido.
Canek.
Hoy eres una canica de mis pensamientos.
Gracias.

6.1.05

¿Cómo podemos medir el peligro del verbo tener?
Yo no tengo nada.
Tengo tanta Nada que me ahogo.
Te tengo tan tenida.
¿Tienes?
Si no tenemos no podemos.
¿Poder es Tener?

Cuando digo tengo no tengo
pero cuando digo digo.

Lo tienen todo.

Tenemos que.

Tiene un no sé qué.

Tengo frío.
¿Medir?
Le encantaba cuando un verbo estaba entre signos interrogativos.
No entendía por qué y tampoco hacía mucho para entenderlo, sólo los leía lleno de placer, de gozo. Era como levantar el hombro izquierdo y la ceja derecha al mismo tiempo. No lograba hacerlo nunca, pero se facinaba en el espejo intentándolo.
¿Palabras?
Los sustantivos entre interrogativos son horrendos, decía, no tienen sentido y sólo funcionan para callarse. Los sustantivos preguntando me callan.
¿Café o té? Odiaba cuando le preguntaban eso en la casa de sus pocos amigos. Era mucho más bello oir ¿Quieres? ¿Deseas? ¿Te ofrezco? Esas si eran frases por si solas.

Una conjugación, puntuación, y el mundo del que se dedica a escribir odas al ocio es perfecto.

...estoy cansada de hablar con sordos.

4.1.05

Venías pensando, como siempre en estos días de días, que tal vez ya era momento, ya era hora, como a veces dicen, tenías que meterte la mano en los pantalones y sentirte, reconocerte, serte. Lo hiciste. Después, te gustó tanto que preferiste meterte por la oreja y, después del oído, hacer lo mismo pero con tu cerebro. Te gustó más, te reconociste menos y sentiste menos pero pensaste más; sudaste más aunque no respiraste tan rápido (cosas que te gusta sobremanera).
La tercera es la vencida, siempre dijiste, pero esta vez no, no estás seguro.
La tercera dolió un poco, sangraste por la nariz y te mareaste.
Tenías los pies en la arena haciendo tierra, una mano luz y la otra adentro, masturbándote las ideas, buscando la libertad de tu voluntad, de tus ganas, de tus búsquedas.
Te quedaste solo, pero qué importa si somos eternos solos, pensaste. Estas seguro de ello, solos somos, nacemos, nos reproducimos y morimos. Si con trabajo podemos estar de vez en cuando con nosotros mismos como coño nos atrevemos a pensar que los otros van a estar con nosotros si están en la misma lucha con ellos mismos.
Bien.
Esta vez viste el fuego. Los pies no se movieron y tu culo se llenó de agua salada y minicangrejos. Despertaste con todo el cuerpo lleno de comezón y sabiendo que este año no se nos puede apagar el fuego, no podemos perderlo. Ya no podemos caer, hemos caminado por la caída ya muchas veces, por lo oscuro, lo que suena a mar, por estrellas y precipicios desmontados por el fuego. No hay que olvidar las llamas nunca.
Es que sí, somos pequeños incendios que nadan.
Iluminación por medio del autoplacer.
¿Hay algo mejor que el amor propio? ¿Hay algo más?
Cuando sentiste la satisfacción del ego lloraste, de nuevo pura sal y comezón por todo el cuerpo. Lloraste, desde el ombligo hasta las orejas que se inundaban de sangre. Qué más, ya sabes que no serás libre, pero que el fuego no se te puede olvidar porque entonces, perdiendo las alas quemadas, no morirías nunca.