No fumo. Y si alguna vez se me ocurriera fumar lo pensaría más de dos veces. La cultura del cigarro, allá en el Norte, fue creada por un acuerdo entre potencias, es decir, entre políticos, empresas y medios de comunicación (sí, la sociedad civil nunca representa una potencia, aunque seamos mucho más poderosos, a la mayoría les cuesta trabajo percatarse).
Entre los acuerdos de estas tres potencias estuvo el usar a países en desarrollo como productores y, por consiguiente, oprimirlos y controlarlos con políticas represoras y asesinas. Han pasado varios años ya, y con el paso de éstos se ha satanizado mucho más al adicto, se le reprime su libertad y cada vez se le cobra más (todo parte del plan macabro de las mencionadas potencias). Lo que no ha pasado en todos estos años es la libertad de aquel que cultiva la materia prima de los cigarros que se fuman los del Norte. Y sí, porque la planta del tabaco se cultiva aquí, en el Sur, como casi todas las comodidades del rico Norte.
Malawi, pues, es uno de los principales “productores” de tabaco (nótese que lo entrecomillo porque si nos ponemos exigentes la productora es la Madre Naturaleza, el hombres sólo trabaja para explotarla a ella como a él lo explotan las potencias). Entonces le vendieron un día a Malawi la idea de que usara su tierra para cultivar tabaco, las potencias le prometieron oro, plata y un futuro lleno de riqueza. Y sí, de nuevo, ni el oro ni la plata ni el futuro lleno de riqueza le da de comer al pobre, pero la tierra sí, la tierra si nos da de comer a todos y a cada uno de los que estamos vivos en este planeta. Aún así, decidimos que es mejor tener plata que comida, mejor tener oro que jitomates. Todos se pusieron a plantar tabaco y té, uno que les encanta allá en Europa.
“Sí, Petra, no tenemos que comer, pero ya verás que voy a vender este costal de cigarros y te voy a traer la antena para el radio que tanto quieres”. Pero dicho camión no tiene como llegar, pues, además, en Malawi se vive la peor crisis del petróleo. Una muy parecida a la que vivieron los cubanos cuando la caída de los rusos. Aquí es cosa de todos los días que se apaguen los carros a mitad del camino, que las filas en las gasolineras sean de 3 a 5 días y que la electricidad dure de 3 a 5 horas diarias en las áreas urbanas. En el mercado negro consigues gasolina rebajada de a 5 dólares el litro. “Pa cuando el camión pase ya se nos murió Juanito, mejor siembra un maíz pa darle su atol al niño y que ya no chille”. Las mujeres siempre tan sabias.
Y pues así es como están sobreviviendo, pues parece que el rico está dejando de fumar, o que los químicos consiguieron hacer cigarros sin tabaco, pues el año pasado aquí se sufrió mucho, se les quedó el tabaco y se les murieron muchos Juanitos, por lo que este año decidieron usar su tierra para su maíz (claro que ya les cayó Monsanto, pero esa es otra historia). Hay uno que otro que sigue haciéndole la lucha a la droga, y hay muchos otros que siguen cultivando el té, pues se la creen que el oro va primero que el pan.
Lo más interesante del asunto no es que allá en el Norte estén fumándose su vida sin detenerse ni un segundo a pensar de dónde viene aquella materia prima (de todos modos casi nadie en el Norte se pregunta nada, están muy ocupados con sus vidas como para prestar atención en detalles tan insignificantes como el origen de las cosas). Lo más interesante es que todos aquí abajo saben qué es el tabaco, saben perfectamente cómo usarlo, saben lo que es y lo que hace... pero en su cultura fumarlo es total y absolutamente inaceptable. Aquél que fuma es juzgado por la sociedad y reprimido. Es de mala educación fumar en frente de la gente, casi tan malo como que una mujer deje a su marido o que se le ocurra denunciar que éste la viola todos los días desde que tenía quince años. Los que fuman aquí son los blancos, los africanos que fuman han de ser de África del Sur o de Nigeria (me dicen). Sólo he visto a africanos fumar en las estaciones de autobús, pero he visto al menos dos anuncios de cigarros locales en las calles de Blantyre y Lilongwe. Y los blancos que viven aquí sólo pueden fumar dentro de sus habitaciones, nunca enfrente de la gente local.
Ya casi llegamos al límite de tiempo, 2015, las Millennium Goals... ¿cómo le vamos a hacer para acabar con la pobreza? No con el maíz, no con las lentejas, no con los jitomates en los patios traseros de sus chozas. ¡Sí con la droga! A mi que no me vengan con el cuento de que las políticas exteriores y el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional... la tierra es la que nos va a dar de comer y si no la respetamos nos va a cargar a todos y nos va a usar de abono. No sé de acto más político hoy en día que tener tus propios vegetales y tus propias hierbas. No hay pero que valga ¿quieres fumar? Empieza a cultivar tus propios vicios y te liberarás tu mismo de ser una horrible potencia opresora.
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