No es difícil de entender, el sistema educativo es una doctrina basada en la opresión y el control de los estudiantes. Los maestros, quienes deberían de llamarse intelectuales, son burócratas. Los estudiantes, quienes deberían estar en un proceso de crecimiento, rico en experiencias y Epifanía, son almas desesperadas, frustradas consumidoras del sistema.
El acto de estudiar se ha vuelto una competencia, una actividad irrelevante y aburrida. Los estudiantes cumplen con su asistencia por obligación, no por gusto; muy pocos se atreven a retar a los profesores con preguntas relevantes, con demandas legítimas y verdaderas ganas de encontrar el hilo negro y entender al mundo que los rodea.
¿Por qué preguntar se ha vuelto un crimen? ¿Por qué exigir una educación acorde con mi realidad y que me motive a vivir es pedir demasiado? ¿Por qué estudiar es un deber cuando el futuro de la mayoría está cerrado con paredes y estructuras enormes?
Prestemos atención por un momento a las niñas y jóvenes. Las conversaciones que podemos tener con ellas parecen ser mucho más “reales”. Sus preguntas son relevantes y sus demandas vienen de un sentido común que no ha sido adoctrinado y oprimido. En muchos casos, los estudiantes pueden dilucidar mucho mejor un problema que sus profesores, pues éstos han sido parte del sistema de adoctrinamiento por más tiempo y han perdido su propia identidad como intelectuales y defensores del conocimiento. Estos profesores son simpatizantes del poder.
“Existe una diferencia entre las escuelas que preparan a los que van a dirigir el mundo y las que preparan a los que van a hacer al mundo funcionar” Chomsky
Y podría terminar esta pequeña reflexión sólo citando a los tantos que han cantado la canción del buen Pete Seeger "which side are you?" Porque preguntarnos eso es relevante. Porque ponernos en el papel de activos motivadores del cambio y exigir es importante, muy importante.