Entonces es la complicación,
o lo que uno piensa que es complicado.
La vida por si misma no creo que sea complicada,
por si misma es simple, humilde, equilibrada.
Pero la vida nos necesita, y nosotros a ella.
Los otros seres vivos la respetan, eso me queda claro.
La respetan y la alaban con su existencia simple, humilde, equilibrada.
Nosotros, y me atrevo a generalizar a sabiendas de que puedo equivocarme,
la tomamos, la estrujamos, la enredamos, la pizoteamos,
la complicamos de un modo tan esquisito que, la embellecemos y la arruinamos.
Estoy empezando a pensar, de hecho, que no hay vuelta atrás,
que incluso el nombrarla como tal, la agrede en lo más profundo,
de manera irremediable.
Pero... acaso ¿podemos evitarlo?
Quizá nuestra propia existencia esté basada en destruir, violar y corromper
la simpleza, la humildad, el equilibrio.
¿Por qué habría de ser distinto?
¿Por qué habría que tomarse la molestia en ver de otro modo lo que nos deslumbra?
1 comentario:
Y aprendamos a deslumbrarnos plenamente: esa es la cosa que nos puede hacer más llevadero este pinche desmadre.
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