Una reflexión profunda sobre la vida. Llegó como las ideas, arrebatándole a uno el aliento:
Todo aprendizaje se reduce al contacto con la naturaleza.
La educación de cualquier niño, mujer, hombre, joven... ha de comenzar con un huerto. Su cuidado, su ciclo, su seguimiento, su florecer le dan, al observador y al jardinero, la respuesta a cualquier enigma existencial. Ahí, en el vivir de un tomate, de un pimiento, de un espárrago, uno ve y valora la ética del amor, de la comunión.
Al cosechar, uno se ve ahí, cansado y dolorido, luchando por recoger todo el fruto limpio de gusanos. Al cosechar la comida del mismo día uno aprende cuánto cuesta en realidad la fruta barnizada que nos venden en los mercados. Así, uno aprende a percibir el cambio de un ser vivo, a un ser en reposo, a un ser muerto.
El crecimiento orgánico es el secreto más puro que la madre naturaleza nos ha dado.
Entender la tierra y sus humedades. Entender a los bichos y sus beneficios. Entender a la lluvia y sus poderes destructivos. Entender el verdadero papel de nuestras manos y el precio real de nuestras comodidades... es peligroso, harto peligroso, decir que lo que nos venden en las ciudades es un fruto maduro y justo.
Si el ser humano incluido en la sociedad actual busca crear un patrimonio propio y privado, ¿por qué no se le exige que sea actor responsable de su alimentación? La palabra comodidad resuena y con ella viene la desigualdad, pues bien sabido es que para uno tener la comodidad, ha de haber otro, quizá en el sur, pagando el precio.
¡Cosecha tu propia comida!
1 comentario:
Sueño con el día en que tenga un huerto y no un pile of shit to scan. hermoso gora.
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