Definitivamente es hermoso callar,
aceptar que no se tiene qué decir
o que lo que se podría decir no vale la pena;
no es suficiente entonces el dicho,
mucho menos lo dicho,
lo que se intenta decir a sí mismo.
Encontremos pues lo inombrable y aceptémoslo tal y como es.
1 comentario:
Saludos desde Tijuana. La dirección de tu blog la obtuve de la revista Lenguaraz. Hasta pronto.
Publicar un comentario