Me conmueven tanto los aplausos.
Hasta cuando estoy fuera del teatro y los escucho.
Cuando estoy del otro lado de la tele y los escucho.
Cuando soy yo la que los aplaude.
Cuando sólo los aplauden por risa o emoción.
Cuando es uno sólo y lejano.
Siempre me conmueven hasta llevarme al llanto.
También cuando son dirigidos al Papa o algún idiota corrupto
o famoso mentiroso de la imaginación.
¿Soy débil o en verdad hay una energía macabra en los aplausos que
estimula mis lágrimales a cada rato?
No sé qué prefiero.
... me gusta saber/sentir qué aún puedo ser débil de vez en cuando.
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